Ostras, hace eones que no tenía nada tan fresco como esto. Recién salido del horno y pretendo continuarlo hasta el final y que figure entre los grandiosos aportes a Fantasía Austral. Siéntase libre de usar la honestidad brutal que todos necesitamos para mejorar.
La Dama en el Hielo.
Introducción.
—Esta es
una historia grande —comenzó a relatar el hechicero mientras que su oyente le
miraba con suma atención—, mas la haré pequeña para ti. Trata de una guerra y
una mujer, pero no por su amor, sino por su poder.
“El
poder puede venir de un título o, un objeto, pero también del conocimiento.
Pues éste era el poder de esa mujer: el conocimiento de
todo, de lo que es, lo que fue y lo que
podría ser, de aquello que conoces, lo que conocerás y de lo que nunca verás;
el conocimiento de aquello que nuestros ojos no están preparados para ver y
aquello que ni yo mismo podré entender jamás. ¿Qué harías con ese poder en ti?
No es mucho lo que pudo hacer esa mujer, que a veces podía vislumbrar en su
mente las cosas más bellas, las criaturas sagradas más puras… pero también
horrores innombrables, atrocidades y dolores que tu pequeña mente no podría
concebir —la expresión de su oyente se volvió algo nerviosa—, de forma
repentina en cualquier minuto. Imagina lo frágil que debía de ser su cordura.
El conocimiento puede ser maravilloso, pero también la peor de las maldiciones.
Y su
tormento no acababa allí. ¿Cuánta gente crees que supo de aquel poder? Ella,
siendo una errante Inmortal vio en su camino, tanto queriendo como no, a
hombres y mujeres de todo tipo, pero mientras los hombres de simple vivir la
rechazaban, los coronados la codiciaban. Curioso es que aquellos que ya tienen
poder en sus manos casi siempre desean más.
—¿Y por qué los reyes la querrían?
—Porque
así podrían ser capaces de conocer secretos de sus enemigos, acceder a tesoros
y desatar poderes para usar a su beneficio. Un rey o reina con un poder tan
grande podría significar el fin de demasiadas cosas.
“Ahora
bien, la verdad ella pudo escapar varias veces de la ambición de muchos, pero
fue cuando sus pasos la trajeron a estas tierras que las cosas se volvieron más
complicadas. A diferencia de las tierras de donde viene, en estas hay más magia
fluyendo, y la cantidad de gente con talentos mágicos se triplica. Así, más
temprano que tarde, los videntes y oráculos de los reyes de tres grandes reinos
dieron cuenta de su presencia. Los tres grandes reinos de esta parte del mundo
inmediatamente fueron a buscarla
—Pero...
¿viajó sola? ¿No tenía ningún amigo?
—Tenía
un guardián y unos cuántos amigos. Pero unos cuántos amigos no eran suficientes
para ayudarla, su poder estaba fuera del alcance del entendimiento de
cualquiera y poco teníamos a favor.
“Los
sedientos de magia de Monrioeb, los Altos Señores elfos de Mor-Ámana, que se
consideran por encima de cualquiera en todo el mundo, y los esclavos del dios
oscuro, allá en Rapssal...
—Son
los...
—Sí,
ellos, —interrumpió raudo para no desviar la atención de quien le oía— que además contaban con la ayuda de un
hechicero tan poderoso como yo mismo, incluso temo decir que más, fueron a la
búsqueda de esta atormentada dama. Por fortuna, la reina de Monrioeb tenía
ideas distintas y acogió a ella y a sus compañeros. Pero su protección se
volvió frágil cuando de pronto los ejércitos de dos grandes naciones intentaron
sitiar su reino para persuadir a entregar a la Dama que Todo lo Ve. Incluso el
rey de Monrioeb estaba dispuesto a usarla para frenar una guerra que no se
esperaba, aún cuando significara sacrificar a su propia esposa para lograrlo.
“No
había opción. Nadie quería muertes de inocentes, así que debió huir más allá de
estas montañas, donde pocos se atrevían a ir, para frenar un conflicto
innecesario, donde la tierra es infértil y el clima es duro, donde alguna vez
hubo abundantes campos de trigo y un reino próspero cuyo nombre se perdió en el
tiempo. Se escondió del mundo, de los reyes ambiciosos y los campesinos
temerosos, en una fortaleza abandonada de piedra gastada.
—¿Y cómo
fue que logró huir de los videntes?
—A ti no
se te escapa nada —halagó ante la interrogante, complacido de llegar hasta
aquél punto de su pequeño relato para su joven oyente—. Con la ayuda de un
hechicero, encerró su cuerpo en un lecho de hielo, un hielo que no se derretiría ni con la ola cálida más intensa, y tan duro que ni el golpe más potente del mazo más pesado podría romperlo. Protegida con ese lecho helado
entró en el Letargo, con la esperanza de que quizás su mente y su espíritu
pudieran madurar para estar a la altura de su terrible don, y así poder
esconderse de los videntes y oráculos que la buscaran.
“Su
presencia es un mito entre las personas de allá fuera, su paradero inubicable, pero se sabe que
está en algún lugar, soñando un sueño que la debe llevar más allá de los mundos
que conocemos y protegida por un guardián eterno, que espera paciente el día en
que el suplicio de esta dama acabe.
"He oído
a muchos preguntarse dónde están y qué le dirían, muchos tienen preguntas que
quizás sea mejor no oír su respuesta, muchos más tienen preguntas vanas. Pero tú,
si pudieras tenerla frente a ti, ¿qué le preguntarías?