martes, 23 de agosto de 2011

Bienvenidas con gusto amargo.

No es que peque de vanidosa, aunque se que mi antiguo blog no era el hoyo del queque, es posible que hayan lectores que quedaron con el dedo en la boca preguntándose cuando cresta volveré a publicar, por pocos que sean.
Bien, si visitaste alguna vez la hoja manchada y quedaste colgado con alguna de mis historias (me voy a poner vanidosa), aunque tu timidez te haya impedido echarle flores o una piedra, tengo la triste noticia de que ése blog se ha perdido... bueno, no literalmente, pero Google traspapeló las contraseñas que pertenecen a mi cuenta y la de mi pareja cuando hice un ligero cambio y entre tanto cambio de contraseña ya me es imposible entrar. Por lo que decidí cortar por lo sano y cambiarme de casa.
Así que... Bienvenido seas, lector, al Cuaderno Rojo, sí, sus hojas también están manchadas con mis escritos. Parece un nombre común, pero ése sustantivo con ése color tienen su historia... (los voy a latear) verás, querido lector, que desde que me di cuenta que escribir es mi vida que suelo adquirir cuadernos (ya sea comprados, regalados, o rescatados del cruel destino del basurero) en su mayoría de color rojo, al principio fue pura coincidencia, después se hizo hábito (mi historia más importante se desarrolla en varios cuadernos rojos, inclusive apéndices, riñones, corazones, estómagos, etc. por lo que no me sorprenderá que si lo llego a publicar de forma profesional pediría una portada de color rojo). Ergo, el título del blog no es para nada al azar.
Todavía no he decidido si dejar las historias ahí o traerlas para acá... ya tomaré una decisión.
Espero que sea del agrado para ti, lector (o lectora), sin más cháchara aburrida me despido.
Saludos.